¡A ver señores!, si, si, si, quién me da más por ese lote, la paleta número 2, quién me da otros cien mil, miren bien lo que tienen ahí en la pista, gorditos, como para vender dentro de 8 días, mírelas, cien mil, cien mil, cien mil más a la 1, cien mil más a las 2 y… ¡tun, tun, tun!  Vendido al señor de la paleta número 2.
Suena el martillo y a su vez indica que el ganado que está en la pista ha sido vendido. “El hombre del martillo” como es conocido popularmente es el encargado de hacer que los posibles compradores aumenten la oferta  y cerrar luego de un corto tiempo, con el golpe del tradicional martillo, el negocio o la venta del ganado.
Don Rodrigo Fernández, el hombre que el día de hoy le fue asignada la paleta número 2, lleva más de 20 años trabajando como comisionista de ganado. Los 6 dientes que tiene en la parte de arriba de su boca, demuestra su edad (como cuando se le miran los dientes a un caballo), pero también los sacrificios  que ha tenido que hacer, para que hoy en día sea uno de los “sabios” del negocio.
Su piel ya no es templada como la del ganado y su cabeza se parece más a la trompa de los animales, negra por el sol, arrugada por los años y con uno que otro pelo que soba cada vez que se detiene a mirar un lote.
¿Cómo funciona la Feria de Ganado?
En la feria de ganado el sol parece salir por el lado norte, los camiones que llegan en la madrugada iluminan los corrales y marcan el comienzo de un nuevo y largo día de trabajo.
El lugar consta de más de 300 corrales, cada uno de ellos se le asigna a un recibidor, como Carlos Murillo que se encarga de pesar los ejemplares y ubicarlos en el sitio correspondiente según el comisionista. A su vez, este último, evalúa las reces y según las necesidades del ganadero y conocidas por él, comienza la oferta y la demanda, el ir y venir de negocios que manejan millones de pesos en ganado.
Carlos es el encargado de recibir y también de despachar las reces, es quien revisa que los animales tengan el certificado de vacunas y el permiso de movilización del ICA. Esos 2 documentos son los que se exigen para poder ingresar al negocio.
Los precios  se rigen por el comportamiento del día miércoles, día principal de venta y de visitas.
En la subasta se maneja el ganado flaco que normalmente sube hasta 300 kilos, la finalidad es abastecer el mercado de los propietarios de las fincas que son los que necesitan subir el ganado de peso, hasta unos 450 kilos donde logra volverse comercial.
“Más que una subasta, es una búsqueda de solución a necesidades”, explica Don Rodrigo quien a la vez dice que: “lo esencial es analizar la calidad y el fenotipo físico que tiene “la bestia”. Uno debe fijarse en la procedencia del ganado. Un ejemplo de esto es que Urabá y la Costa son buenas plazas. El ganado blanco es el que más “lleva la parada”, sin decir que los otros son malos, pero un ganado blanco contra uno cruzado tiene sus diferencias”.
Por ahí dicen que: “Más sabe el diablo por viejo, que por diablo” y cómo no seguir consejos de un hombre que tiene 1 cornada e infinidad de golpes, propiciados por los animales con los que a diario tiene que lidiar.
El lugar
El olor no es nada parecido al de una tienda de perfumes, sus visitantes no tienen nada que ver con gerentes de bancos, tanto protocolo y elegancia se queda en las oficinas, el sombrero, el poncho, el zurriago y las botas entran a ser las prendas primordiales y característica de los “patrones”, o dueños de las fincas  que con sus carriles cargados de cheques o efectivo se sientan en las graderías a mirar cuáles son los animales que de verdad necesita y cree necesario comprar.
1400 pesos cuesta la hora de parqueadero, desde que se entra se respira el olor a boñiga, el sudor de las empacadores y la melaza que se le da al ganado en los corrales mientras espera ser ofertado, el ambiente de campo y de finca ganadera no se puede negar, la música popular, las cervezas por todas las mesas, las medias de aguardiente, el borracho que no puede faltar y el niño que no para de saltar pintan a diario lo que en la noche parece un mural.
El origen de las ferias se remonta posiblemente a la época de la colonia, cuando los campesinos se reunían un día semanalmente, en la plaza del pueblo o en las calles adyacentes, para vender los productos del campo y surtir o abastecer las despensas de sus hogares.
Al finalizar la tarde, los camiones vuelven a entrar a los embarcaderos, el ganado se embarca con nuevo dueño y distinto destino, muchos directo al matadero, donde al otro día estarán en las carnicerías de la ciudad y mucho de nosotros comprando su carne.
La cabeza agachada de las reces, su mirada de angustia, las diferentes peladuras que se hacen durante el día en los diferentes corrales por los que tienen que pasar, los gritos de los empacadores, que con un palo largo le pegan a los animales y los mueven de corral en corral, hasta que todos entran en el camión, la sombra de la muerte cobija a todos esos kilos de carne que son feriados, el destino de las vacas, toros, novillos y terneros, sin importar su raza está dicho.
Definitivamente el congelador de nuestras casas terminará siendo el cementerio de esos animales, pero como así es la vida, tenemos que aceptar que la oferta y la demanda del ganado jamás dejara de existir, aunque haya mucha variación de los precios, que oscila entre 2500 y 4000 pesos el kilo de los animales vivos y una vez sacrificados, puede llegar a valer el doble.
El cierre
¡Tun, Tun, Tun!, se escucha el martillo, ya han salido todos los lotes a la pista, desde las 2:00pm y hasta las 5:00pm aproximadamente, el movimiento es intenso, las paletas con números no dejan de alzarse, las cuentas bancarias de unos bajan, las de otros crecen, pero lo que es seguro es que allí nadie pierde. El que lo hace es porque sabe y el que no, no hay problema, seguramente encontrará a alguien como Don Rodrigo que sin ningún problema pero con un poco de propina le darán el mejor consejo a la hora de comprar.
El sol se esconde, poco a poco van saliendo los “patrones” en sus camionetas, no reparan a la hora de pagar el parqueadero, las botellas de cerveza son recogidas por los dueños de las tiendas, el borracho es despertado y llevado en hombros hasta un taxi, la música popular le da paso a los animales de la noche, los niños dejan de saltar y se van a su casa a descansar.
domingo, 29 de marzo de 2009
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